Nos cuenta D. Víctor Núñez, profesor del TSEAS de Torrealba, que “el objetivo es desarrollar un programa de entrenamiento de la fuerza en una sala de musculación y el seguimiento mediante la monitorización de dichos ejercicios en un ordenador que cuantifica la fuerza del deportista”.

Llevar una monitorización lo más exacta posible del entrenamiento resulta vital, no sólo para asegurar que nos enfrentamos a la competición en las mejores condiciones posibles, sino también para minimizar el número de lesiones durante la temporada, ya que un exceso en la carga impuesta al deportista puede resultar en un aumento del riesgo de lesión.

Es importante, por tanto, realizar una cuantificación de la carga no únicamente a través de medidores de la carga externa (el entrenamiento realizado), sino ser capaces de medir la carga interna (el efecto del entrenamiento en el deportista).

Por ello, a la hora de establecer las unidades arbitrarias es importante tener en cuenta los aspectos fisiológicos (tiempo en X zona de frecuencia cardíaca (FC) o a cierta velocidad, metros recorridos…) y también otros aspectos que puedan aumentar la carga cognitiva como la especificidad del juego, la toma de decisiones o la inclusión o no de competición en la tarea, entre otras tantas variables.